En nuestro imaginario colectivo los ejércitos revolucionarios marchan a través de inmensas llanuras y valles, paisajes con montañas que se recortan en el horizonte. Imágenes en blanco y negro, con intenso claroscuro al estilo de Gabriel Figueroa; interminables columnas de jinetes, seguidas al paso por infantería y soladaderas. A veces van sobre trenes maltrechos, con los techos saturados de combatientes. En nuestra memoria gráfica la Revolución se hizo en tren, a caballo, con una variedad vario pinta de sombreros y sarapes, pero también se hizo cantando.
Las tropas marchan mientras las bandas de guerra tocan la Marcha de Zacatecas o La rielera, en los campamentos, por la noche, grupos de soldados cantan al calor de las fogatas con guitarra en mano La Valentina y La Adelita, cantan corridos que cuentan las hazañas de compañeros de armas y jefes militares. No hay batalla ganada que no se celebre con las notas de La Marieta y Jesusita de Chihuahua. Pancho Villa levanta su mano con tres dedos al aire e inmediatamente un grupo musical interpreta una de sus canciones favoritas, Las tres pelonas.
Un Dorado de Villa no solamente es valiente, sino que es capaz de cantar La Valentina como Jorge Negrete lo hace en la película Si Adelita se fuera con otro (Chano Urueta, 1948). Las tropas del Ejército Libertador del Sur, si bien menos representadas en la cinematografía nacional, también saben cantar en sus campamentos.
Estas imágenes idílicas han llegado a nosotros a través del cine con tema revolucionario, sin embargo no son del todo falsas sino solamente una idealización. La División del Norte, en cada uno de sus 21 cuerpos militares, contaba con una o más bandas de guerra.
Se cuenta que en la batalla de Torreón, en marzo de 1914, las tropas del entonces invencible ejército villista se lanzaban en sus cargas de caballería cantando. Al respecto Paco Ignacio Taibo II señala en su biografía de Villa, que la versión es dudosa, pues la mayoría de los integrantes de la caballería villista se lanzaban al ataque sosteniendo con la boca las riendas y en ambas manos sus pistolas, lo cual dificultaría que cantaran al hacerlo, sin embargo el autor señala que todas las versiones coinciden en que los villistas marchaban entonando El torito o La Cucaracha, que hacía referencia a Victoriano Huerta. Esta última, seguramente sonaba en la estación de trenes de Chihuahua cuando el general Felipe Ángeles llegó para integrarse a la División del Norte, previo a la toma de Torreón.
Todas estas canciones y corridos, con la Revolución triunfante, se incorporaron a la cultura popular como referente del movimiento armado. Anteriormente, todavía hasta bien entrados los años cuarenta del siglo pasado, el corrido funcionó también como una medio de transmitir noticias y hechos relevantes. Vicente T. Mendoza, en su libro El corrido mexicano (FCE, 1954), señala que si bien los grandes periódicos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX eran para las clases urbanas educadas el medio por el cual se enteraban de los acontecimientos nacionales, para la población rural y la urbana popular el corrido era la forma en que se transmitían las noticias. Los cantantes contaban los hechos y las hazañas de una amplia variedad de personajes, repartiendo en hojas sueltas la letra de estos corridos.
El corrido vio su época de auge en el periodo comprendido entre 1910 (con el levantamiento maderista) y 1929 (con la guerra cristera). Sin embargo, el género inicia propiamente, con las característica que hoy conocemos, en el último cuarto del siglo XIX, cuando se cantaban las hazañas de algunos rebeldes al gobierno porfirista, según explica Vicente T. Mendoza en su libro. Este género épico-lírico-narrativo tiene una forma bien definida, se trata de cuartetas de rima vairable (asonante o consonante) en los versos pares. El corrido es heredero formal de las coplas, de los cantares y de la jácara (composición popular de corte satírico), todas ellas de origen español. Este género, que comienza a tomar forma durante la época de la Reforma, con el radio y la televisión se convirtió en una forma musical de consumo masivo. En los últimos años, el corrido se ha visto en el centro del debate con la aparición de los llamados “narco corridos”, sin embargo, más allá de la controversia, el corrido es una expresión culturalmente rica y que durante ya largos años ha sido parte de la cultura popular mexicana.
via:homozapping
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