Con pocos instrumentos, la mayoría de ellos prestados, y 35 niños, se creó la primera orquesta de cámara infantil y juvenil de Acapulco, para alejar a los jóvenes de la violencia que existe en esta ciudad mexicana y que en sus manos haya “un instrumento en lugar de un arma”.
Niños de 7 a 18 años integran esta pequeña orquesta, creada hace seis meses y en la que predominan instrumentos de cuerda como el violín, la viola y el violonchelo.
"NO VAMOS A HACER MÁS MÚSICOS, VAMOS A HACER MEJORES SERES HUMANOS A TRAVÉS DE LA MÚSICA".
Olimpio Pineda Casas, director de la orquesta
“No vamos a hacer más músicos, vamos a hacer mejores seres humanos a través de la música”, dice el director de la orquesta, Olimpio Pineda Casas, con una mirada positiva para los niños de la colonia Progreso, una de las más conflictivas del puerto.
“No vamos a hacer más músicos, vamos a hacer mejores seres humanos a través de la música”, dice el director de la orquesta, Olimpio Pineda Casas, con una mirada positiva para los niños de la colonia Progreso, una de las más conflictivas del puerto.
Asegura que esta es “una escuela de formación”, y que su objetivo es que los menores no establezcan contacto con “lo negativo”, y “tengan un instrumento en lugar de un arma en sus manos”.
“Se trata de cambiar esa imagen a través de la música, que los niños tengan esa oportunidad”, afirma el director sobre la violencia que se da en el balneario, que es, según el listado elaborado anualmente por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, la segunda urbe más violenta del mundo, después de Caracas.
Unos 150 pequeños llegaron a las audiciones de la orquesta, pero debido a la falta de material solo 35 fueron aceptados: “Nunca me imaginé que llegaran tantos niños; algo que me llena de satisfacción es que ellos ya vienen por su voluntad, eso es lo más difícil, lograr que ellos se enamoren de su instrumento, de la música”, comenta el maestro Pineda.
La historia de cada niño de la orquesta es diferente, pues algunos tienen músicos en su familia y otros nunca habían tenido la oportunidad de aprender a tocar un instrumento.
Este último es el caso de Anayatzin Rumbo Ruiz, una niña de 11 años que tiene las manos cansadas de tanto ensayar las notas de la viola.
A pesar de que es pequeña, ella considera que el mejor consejo que le puede dar a todos los jóvenes es “que se interesen por un instrumento, pues él será la mejor herramienta que tendrán para ser algo de grandes”.
Los padres se han involucrado en la nueva formación que están teniendo sus hijos y son ellos los principales motivadores.
Patsy Estrada, mamá de Héctor, uno de los integrantes más pequeños que tiene la orquesta, comenta que ver a su hijo allí es “una emoción” y hace que se sienta orgullosa.
Además, cuando Héctor empezó con la viola, aumentó su nivel académico. “Es gracias a este estímulo de la música, sí les ayuda bastante”, afirma.
La mentalidad de los 35 niños ha ido cambiando durante el tiempo que llevan practicando, ya que no solo se les enseña a tocar un instrumento o leer partituras, sino también valores como la disciplina, el respeto, el trabajo en equipo y la constancia; elementos importantes en una orquesta y en la música.
Sin importar la falta de presupuesto para la orquesta, las tareas o el cansancio que tengan, los niños se han enamorado de sus instrumentos.
Es por esto que, con tan solo 11 años, Ariel Calderón asegura que prefiere la música a jugar al fútbol, o que Yara Quintana, de 9 años, dice que quiere ser violinista de mayor.
Ha sido tan grande el apoyo que se le está ofreciendo a la orquesta infantil que varios maestros de música y escuelas primarias les han prestado instrumentos para que el proyecto pueda seguir adelante.
A pesar del poco tiempo que llevan los niños tocando, ya han dado su primer concierto, en el que interpretaron canciones como El reloj, del mexicano Roberto Cantoral –que han interpretado Lucho Gatica, Luis Miguel y otros cantantes– o un fragmento de la Novena sinfonía de Beethoven, entre otras.
Los niños están entusiasmados porque han sido invitados a participar en el Festival de la NAO, uno de los más importantes para el puerto de Acapulco.
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